Una de las delicias de la inventiva regional es el pescado a la veracruzana, un platillo portentoso en el que varios filetes enharinados y saltados en mantequilla, son llevados al horno, luego de ser cubiertos con una salsa de tomate, pimienta, ajos y cebollas.
En sus recorridos de cucharas y tenedores por los restaurantes del primer puerto de México, no deje de pedir elpescado en escabeche, los pulpos en su tinta, lasempanadas de camarón, los pescados fritos y elchilpachole, un guiso cuyo ingrediente es la jaiba (cangrejo).
En todo el estado, el viajero encontrará excelentes alternativas a la hora de comer. Al norte de la capital, en el poblado San Rafael, encontrará potajes con claras influencias francesas; mientras que en el sur, en Catemaco, degustará deliciosasmojarras fritas. Si quiere ser más avezado, pruebe los platos a base de mono.
Los antojitos también tienen un lugar preponderante en la gastronomía veracruzana. Así que no ignore los tamales de mole negro, pescado y chepil (una planta silvestre de hojas pequeñas que se usa para sazonar algunos guisos); lasopa de chochoyotes (bolas de masa de maíz) y los crujientes chapulines(saltamontes).
Cuando se trate de postres, lo mejor es caer en la tentación del exótico helado depétalos de rosa, de los garbanzos enmielados, del camote endulzado o de lasgollorías, un dulce hecho con nuez y azúcar.
Para sentar la buena mesa, nada mejor que el aromático café de la zona, uno de los mejores del mundo, siendo El Gran café de la Parroquia, fundado en 1881 y remozado en los años 20’ del siglo pasado, el espacio tradicional para degustarlo (avenida Insurgentes Veracruzanos 340).
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